Los astros jugueteaban y bailaban a lo lejos tratando de hacerme perder la noción del tiempo y espacio.
Mi mano recorrió suavemente mi cuello, haciendome cosquillas, y aterrizó en mi frío mentón,
sentí placer lo que me llevó a cerrar los ojos. Lo ví, ahí, parado frente a mi ventana con la mirada vendada. Grité, y mi voz no se proyectaba.
Entendí todo, y todos; abrí los ojos, y lloré.
"Hijo de puta" pensé con la mirada suelta. Y volví.
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