sábado, 3 de julio de 2010

Danza Mundial

Desperté.


Sonaba una música increíble,
era una voz melodiosa, conocida, acompañada de platos rotos.

Corrí y la abrasé.
Aunque estábamos paradas en el dindel de la puerta, 
tiesas, bailábamos.

No quería mirar a otra parte, 
no podía,
solo quería saber que estábamos bien,
bailando,
pero bien.

La música terminó, 
el baile también.

Abrí los ojos,
solo nos iluminaba la luz de las estrellas, y la luna.



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