Desperté.
Sonaba una música increíble,
era una voz melodiosa, conocida, acompañada de platos rotos.
Corrí y la abrasé.
Aunque estábamos paradas en el dindel de la puerta,
tiesas, bailábamos.
No quería mirar a otra parte,
no podía,
solo quería saber que estábamos bien,
bailando,
pero bien.
La música terminó,
el baile también.
Abrí los ojos,
solo nos iluminaba la luz de las estrellas, y la luna.
0 ¿contemos?:
Publicar un comentario