Días lejanos

Momentos en los cuales lo único que pasa por tu cabeza es el deseo de encender un cigarrillo y mandar todo a la mierda... Como anhelo el humo del tabaco en mis pulmones y el sabor a nicotina en mis labios en este preciso instante...

Encendí mi reproductor de música y caminé, algo mareada y desorientada, sobre la misma ruta de todas las mañanas. La helada brisa golpeaba mi rostro y mi cabello, y el dolor comenzaba a atacar mi mente, subí el volumen. Procuré elegir cuidadosamente las canciones que escucharía en el camino, no quería que mis heridas comenzaran a arder aún más.

Abrí la puerta con desgano, y, frente a mi, se posaron mis temores nocturnos.
Odio aquel sentimiento de no saber que pasa por mi cabeza en el momento preciso en el cual debo actuar. Mis ideas se desordenaron tanto que ni siquiera tenía claro que pie debía mover para continuar con mi paso... Mi cuerpo no respondía, al igual que mis puercas emociones... Decidí dejarlo, tal y como estaba desde un principio.